Comandante de Ernesteros


de Eliézer Corona, el miércoles, 29 de febrero de 2012 a la(s) 8:06 ·

 
La manera como describe a Mario, Leonel y sus sendas proezas, delata su veneración a estos ejemplos de praxis revolucionaria. Son para él, además de sus heroicos hermanos, maestros de ideología, como para todo revolucionario lo son, verdaderos faros avizores en el horizonte de la teoría y la práctica de la liberación del hombre.
Toda esa veneración al hermano caído en aguerrida defensa del campamento guerrillero, la vertió poéticamente a mediados de los sesenta preso en el Cuartel San Carlos, en ocho pies de décima que escribió y que, Argenis su hermano con su cuatro, convirtió en un corrío que lleva casi medio siglo surcando los vientos de la geografía familiar y comunitaria, entibiando los corazones y alimentando sueños que buscan dejar de ser utopías…

Ya el sol se vistió de llanto
en una mañana triste
y, CERRO AZUL se reviste
con la tropa que da espanto.
CARABOBO sufre tanto
porque, sus hijos en flor,
por calmar nuestro dolor
han peleado en CERRO AZUL…
Luchan contra Betancourt
y su gobierno opresor.
Ya se escuchan los rumores
de las lenguas delatoras,
son unas aves cantoras
para calmar sus temores.
Esos sapos soñadores
sinvergüenzas de a cuartillo,
consiguieron ver el trillo
de nuestra gente a su paso
y, esos malditos bagazos,
se vendieron por sencillo.
Toda nuestra juventud
con el marxismo en la mente,
se revelaron conscientes
contra el bestial Betancourt.
Con rumbo de norte a sur
a la montaña llegaron
y, en aquel cerro inventaron
liberar a Venezuela,
y hacer del cerro una escuela
con todos sus allegados.
Quien será el joven que ofrece
resistencia al enemigo,
teniendo sin más testigo
su metralla que florece.
Es MARIO el que tantas veces
a su Venezuela amó,
el que siempre predicó
la libertad codiciada
y, hoy defiende con sus balas,
las ideas que Marx forjó.
De sus manos ruge fuego,
la montaña llora y canta…
La guardia en miedo se espanta,
corren por salvar el cuero.
Unos dejan el sombrero
otros, pistola y fusil
y, un guardia perro y servil,
se cobija en la traición…
¡VIVA LA REVOLUCION!,
nos dice MARIO al morir
Ya la sangre se derrama
sobre la hierba de prisa
pero, la lucha se atiza,
con fe que al morir emana.
Lloran las hojas y ramas
de aquella selva florida
y, MARIO brinda su vida
por vivir en la memoria,
e inicia un paso en la historia
de Venezuela oprimida.
Que las manos del verdugo
no manchen mi canto abierto…
Los héroes nunca se han muerto,
siempre luchan contra un yugo.
Por más que el sol des de arrugo,
no será un extraño más…
Su muerte traerá la paz
para el hombre y la mujer…
No le importó perecer
por el bien de los demás.
He aquí el ejemplo claro
de amor por un ideal,
el bien por vencer el mal,
lo bueno contra lo malo…
Que la gente vea en el palo
lo torcido con lo recto…
Ya el camino lo han abierto
muriendo MARIO PETIT…
Que la gente vea aquí
lo más noble y más correcto.

A cincuenta años de aquella triste mañana del viernes 23 de marzo de 1.962, Dímas no solo se mantiene “rodilla en tierra” con los ideales de Mario, Amadito, Leonel, José Agustín, Orsini, Esladia Vásquez, Dilia Rojas y tantos otros, sino que transita a paso firme los senderos del actual proceso de transformación social, económica y política que vive el país.
Salió del San Carlos por un túnel que lo llevó a recorrer nuevos caminos con el PRV-Ruptura en busca de las condiciones para aplicar la teoría revolucionaria que, en su momento aplicaron mártires antecesores.

En medio de la más feroz “represión democrática” y persecución política, nunca abandonó su apostolado doctrinario y siempre predicó a generaciones de relevo las “ideas que Marx forjó”, como cantó en su décima a Mario.

Después de aquella llamada “pacificación”, se mezcló de frente con el pueblo llano y salió a patear las calles con las causas del pueblo. Colgó sus charreteras de combatiente guerrillero activo, por ahora, el 27N-92 como civil de lujo en el componente cívico militar que ejecutó impecablemente la misión encomendada en la sublevación, neutralizando un punto de control clave, muy cerca de Caracas y en la vía de Yare donde se planeaba el rescate de los Comandantes…

No se aleja mucho de Carabobo ni de la actividad familiar y comunitaria. Retoza en el seno de la familia que le vio nacer, crecer y hacerse un luchador revolucionario, que lo abrigó del sol y de la lluvia, que lo escondió en medio de la más feroz persecución del gobierno y que le abasteció el mapire cada vez que lo requirió en sus andanzas por selvas y montañas…

Desde entonces, no ha habido un familiar o coterráneo en desgracia que no haya recibido su solidaridad inmediata, espontánea y sincera…

Sea un enfermo en una cama de hospital, aliviado o grave, un cuerpo conocido en posición horizontal rodeado de velas en la sala de una casa o funeraria, un preso o detenido, un campesino reclamando su derecho, ahí está el hombre. El fuerte apretón de manos y el consecuente abrazo Caribe, acompañan la palabra de aliento del eterno revolucionario a los afligidos familiares o llorosos deudos.
En el lugar que sea de la geografía familiar, donde sea requerida la representación de Ernesto Petit e Inés Vásquez, allí aparece Dímas casi siempre comandando una selecta comitiva ernestera.
En estos días cumplió años...
Me enteré por el campanazo avizor de Zaida, oportuna como siempre.
No lo he felicitado…

Lo hago hoy enviándole un saludo solidario y consecuente al eterno revolucionario que por cierto, en estos días debe estar más atareado que en los anteriores cuarenta y nueve febreros, organizando el medio siglo de la gesta de Mario. Por más que esté toda la familia unida trabajando, falta gente…
Es el primer año que se organiza sin Iván, sin duda un baluarte año tras año, un caballo de batalla en esto de la logística del acto de día de los mártires.

Nos vemos en Carabobo Camarada…
Hasta la victoria siempre.